En este artículo, aclaramos la diferencia entre ejercicio terapéutico y actividad física, un tema que aún genera confusión para muchas personas.

La rehabilitación, al igual que otras profesiones sanitarias, ha experimentado una rápida evolución en los últimos años. Aunque persiste la idea errónea de que se limita a masajes, esta concepción está cambiando. Hoy en día, es cada vez más común ver cómo se prefieren tratamientos activos sobre los métodos pasivos tradicionales, como masajes, electroterapia y termoterapia.

Uno de los enfoques activos en rehabilitación es el ejercicio terapéutico, donde el paciente ejecuta una serie de movimientos o ejercicios bajo la supervisión de un fisioterapeuta para tratar la lesión de manera óptima. Aunque no es una técnica nueva, la comunidad científica ha demostrado que el ejercicio es una de las herramientas más efectivas para combatir el dolor y los síntomas de lesiones en el sistema musculoesquelético.

El término «ejercicio» por sí mismo sugiere la naturaleza de este tratamiento. En términos sencillos, el ejercicio terapéutico en fisioterapia implica que el paciente realice contracciones musculares y/o movimientos corporales con el objetivo de aliviar los síntomas de una lesión, mejorar la función, y prevenir o frenar el deterioro de la salud.

 

¿Qué es el ejercicio terapéutico?

El ejercicio terapéutico abarca todo el proceso de recuperación, y constituye un conjunto de actividades y ejercicios que el paciente debe realizar para lograr una rehabilitación efectiva. Inicialmente, los ejercicios pueden ser pasivos, guiados por el fisioterapeuta, pero gradualmente se vuelven más activos a medida que el paciente progresa. Es crucial que este programa se siga de manera constante, adheriéndose estrictamente a las indicaciones de los profesionales, como el fisioterapeuta, el entrenador personal y el médico.

 

Dependiendo de si se trata de un postoperatorio o de un dolor crónico, estos ejercicios tienen como objetivo:

• Conseguir y recuperar la condición física previa a la lesión.
• Evitar atrofia muscular y pérdida de la funcionalidad.
• Prevenir y reducir el riesgo de lesión o recaída.
• Reeducación de los gestos lesionales.
• Mejorar y conseguir un buen estado de salud.
• Reducir y/o eliminar dolor.
• Recuperar la función muscular y articular.
• Preparación muscular para intervención quirúrgica.
• Mejorar el rango de movilidad.
• Acelerar el proceso de recuperación
• Mejorar el equilibrio y coordinación.

Este planning de ejercicios es muy variado y se adaptara a las necesidades de cada paciente. Los ejercicios  más habituales según obviamente la patología del paciente son:

• Movilidad con el fin de mantener y/o aumentar el rango de movimiento.
• Tonificación y fuerza muscular con y sin resistencia.
• Ejercicios y pautas posturales.
• Equilibrio, propiocepción y coordinación.
• Ejercicios de relajación y respiración, .
• Estiramientos 

 

Durante el proceso de entrenamiento y rehabilitación, es crucial prestar atención al dolor, ya que este es un indicador clave para determinar si la carga de trabajo es adecuada. Regular la intensidad y el volumen del ejercicio es fundamental, y el dolor puede ser un guía para saber si es posible avanzar al siguiente nivel de rehabilitación y evaluar la evolución del paciente.

Aunque durante la realización de los ejercicios no debería haber dolor, es posible experimentar una ligera molestia dependiendo del tipo de ejercicio. El fisioterapeuta proporcionará indicaciones claras sobre qué molestias son aceptables y en qué ejercicios no se debería sentir ningún dolor.

 

¿Para qué sirve el ejercicio terapéutico?

En términos preventivos, el ejercicio terapéutico es una herramienta esencial para evitar lesiones en diferentes ámbitos, especialmente en el laboral y deportivo. Aunque es bien conocido el papel del fisioterapeuta deportivo en la recuperación de lesiones, su trabajo en la prevención, donde el ejercicio terapéutico juega un papel clave, recibe menos atención.

En el entorno laboral, el conocimiento de la biomecánica, los movimientos más frecuentes en cada trabajo, y la evaluación de las condiciones individuales pueden ser fundamentales para prevenir futuras lesiones.

Pasando a la diferencia con la actividad física: todo ejercicio físico es una forma de actividad física, pero debe estar planificado, estructurado, ser repetitivo y orientado hacia un objetivo. El propósito es mantenerse saludable y mejorar diversos componentes de la aptitud física, que se refiere a los atributos que permiten a una persona realizar las tareas diarias sin excesiva fatiga, con suficiente energía para disfrutar del tiempo libre y afrontar situaciones imprevistas.

 

¿Cómo se diferencia el ejercicio terapéutico?

El elemento clave en la definición de ejercicio físico es su orientación hacia un fin, implicando una voluntad que es necesaria para mantener la constancia y repetición de la actividad a lo largo del tiempo.

La principal diferencia radica en que el ejercicio terapéutico está diseñado principalmente para personas que padecen una enfermedad, dolor crónico o necesitan recuperarse de una lesión. Estos ejercicios están orientados a la recuperación y mejora de la salud, a diferencia del ejercicio físico general, cuyo fin es el mantenimiento y mejora de la condición física.

• Movilidad con el fin de mantener y/o aumentar el rango de movimiento.
• Tonificación y fuerza muscular con y sin resistencia.
• Ejercicios y pautas posturales.
• Equilibrio, propiocepción y coordinación.
• Ejercicios de relajación y respiración.
• Estiramientos

La actividad física es algo que cualquier persona (personas sanas) puede realizar, siempre y cuando tenga un objetivo concreto y esté encaminada a fortalecer, adelgazar, mejorar el rendimiento, etc.

 

Siempre y cuando no se trate de un dolor crónico, estos ejercicios terapéuticos pueden aliviar el dolor pero no son un tratamiento definitivamente. En el caso de que haya una afección crónica se debe acudir a un profesional.

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