¿Cómo se relacionan la postura y las emociones?
¿Andamos encorvados porque estamos tristes o nos sentimos tristes porque vamos encorvados? La ciencia está dando respuestas sorprendentes a esta pregunta. La postura condiciona el estado de ánimo.
Qué es el pensamiento corporal y la postura
Los neurocientíficos han corroborado una teoría que, aunque sorprendente para algunos, ha estado ganando terreno en el campo de la psicología y la neurociencia: la racionalidad humana está profundamente influenciada por nuestro cuerpo. La teoría del «embodied cognition”, o «pensamiento corporal», desarrollada por George Lakoff, sostiene que nuestras emociones y formas de interpretar el mundo están intrínsecamente vinculadas a nuestra postura corporal.
Esta conexión va más allá de lo que tradicionalmente hemos considerado. Durante siglos, el dualismo nos ha llevado a separar mente y cuerpo, colocándolos en jerarquías distintas, pero la realidad es que ambos trabajan en estrecha colaboración, y se influyen mutuamente.
Más allá del equilibrio: la postura como reflejo de nuestro ser
Cuando hablamos de postura, usualmente pensamos en cómo nuestro cuerpo se mantiene en equilibrio gracias al sistema neuromuscular y esquelético. Esta visión técnica, aunque correcta, es limitada. La postura no solo es la manera en que nos posicionamos para resistir la gravedad; es también un reflejo de nuestro estado emocional y mental.
Este enfoque redefine la postura, no solo como una disposición física, sino como un componente esencial de cómo interpretamos y nos relacionamos con el mundo que nos rodea.
La postura corporal y los estados emocionales no son entidades separadas; son dos caras de la misma moneda. De hecho, todos lo sabemos instintivamente, desde hace millones de años. A diario, sin darnos cuenta, expresamos nuestro estado emocional a través de nuestra postura, los rasgos faciales, los movimientos y el tono muscular. Es una comunicación constante e inevitable, que ocurre mayormente de manera inconsciente.
El mito de la postura ideal
Aunque la idea de una postura ideal pueda parecer atractiva, en realidad no existe una única postura perfecta para todos. La postura ideal, en teoría, sería una coordinación precisa y sistemática de los músculos, que permitiría mantener el equilibrio con el menor consumo de energía posible.
Sin embargo, cada persona tiene su propia respuesta muscular a los estímulos que enfrenta, lo que significa que nuestra postura es, en última instancia, un reflejo de nuestra historia de vida. Lo que funciona para uno, no necesariamente es ideal para otro; nuestra postura es tan única como nuestras experiencias.
La conexión entre postura corporal, emociones y bienestar
Pérdida de equilibrio y vulnerabilidad emocional
Cuando perdemos la conciencia de nuestro cuerpo, nos desconectamos del presente, lo que nos hace más vulnerables al estrés, dificulta nuestra vida diaria y complica la expresión emocional.
Estar «centrado» implica enfocar la atención en el centro de gravedad del cuerpo, lo que nos lleva a un estado positivo desde el cual podemos actuar con mayor conciencia y libertad de elección.
Las técnicas cuerpo-mente, como el mindfulness y la respiración consciente, son herramientas clave para mantener este equilibrio. Practicarlas no solo nos ayuda a ser más conscientes de nuestras reacciones ante estímulos, sino que también nos permite generar respuestas físicas y emocionales más equilibradas.
Tomando mejores decisiones
Las emociones son reacciones naturales que nos brindan información valiosa. No debemos ignorarlas, sino aprender a ser más conscientes de ellas, para redirigirlas o superarlas cuando sea necesario. Cuando nuestro cuerpo-mente está presente, nuestras respuestas son más equilibradas y nuestras decisiones más acertadas.
El mapa corporal de las emociones
Investigadores finlandeses han creado un mapa corporal de las emociones, revelando que las sensaciones corporales generadas por emociones comunes tienen una base biológica. Según Lauri Nummenmaa, uno de los investigadores, estos hallazgos nos invitan a reflexionar sobre si es posible cambiar nuestra química corporal simplemente ajustando nuestra postura.
La influencia de la postura en el estado de ánimo
Amy Cuddy, psicóloga social de la Universidad de Harvard, ha popularizado la idea de que el lenguaje corporal moldea nuestra identidad. Si la mente puede influir en el cuerpo, ¿podría el cuerpo también influir en la mente, afectando nuestros pensamientos, sentimientos y hormonas?
Por ejemplo, investigaciones de Peper y su equipo sugieren que la postura contribuye a la depresión y la falta de energía. El tiempo que pasamos encorvados frente a la computadora o mirando el teléfono podría estar relacionado con el aumento de la depresión en los últimos años.
Corrigiendo la postura para mejorar el bienestar
Una postura de poder sin un buen soporte puede transmitir tensión o agresividad a nuestro interlocutor. Para corregir la postura al sentarse, es importante apoyar bien los pies en el suelo, activar ligeramente las piernas y sentarse ligeramente por delante de los huesos isquiones, que nos sostienen.
Esto permite una respiración más expansiva y mejora la confianza en uno mismo. Muchas mujeres, por ejemplo, adoptan posturas encorvadas que generan inseguridad y buscan compensar esto usando tacones altos, lo que podría disminuir su sensación de poder.
Desequilibrio y dolores crónicos
Cuando una emoción se instala de manera prolongada, el desequilibrio muscular se convierte en algo permanente, causando tensiones que limitan la capacidad de adaptación del cuerpo y pueden provocar dolores. Aquí es donde un trabajo corporal, como los masajes específicos o la reprogramación postural global (RPG), puede ser beneficioso.
La postura en movimiento
La postura no es estática; se manifiesta en nuestra forma de movernos. No caminamos igual cuando estamos tristes que cuando estamos felices, y esto también se refleja en cómo nos sentamos. En las escuelas, por ejemplo, los niños desmotivados tienden a sentarse de manera desganada, lo que dificulta captar su atención.
Impacto en los dolores de espalda
El estado emocional tiene una influencia significativa en nuestra postura corporal, y una postura desequilibrada puede derivar en dolores de espalda, inflamaciones y desgastes. Los estados emocionales también afectan el funcionamiento visceral, lo que a su vez repercute en la salud de la espalda. Mantener un equilibrio emocional y postural es crucial para prevenir estos problemas.
En el caso de que haya una afección crónica se debe acudir a un profesional. Si quieres comentarnos tu caso puedes contactarnos y hacer una consulta online totalmente gratuita de 30 minutos haciendo clic aquí
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